EN 1867, JEANNI LAVINNE nació en Bretaña, Francia, era la mayor de 10 hijos de una pareja de conserjes británicos.
Comenzó a trabajar a los 13 años como chica de los recados en la tienda de sombreros de Madame felix
Años más tarde, en 1880, abre su taller de sombrerería y en 1885 inicia su
propia línea de diseño de moda,la demanda de
mujeres jóvenes para la ropa, convenció a Jeanne Lanvin para abrir una casa de
alta costura venta de prendas de vestir madre e hija.
Su especial obsesión con el color, sobre todo con los
claros, luminosos y florales, la llevaron a
fundar su propio taller de teñidos centrándose en perfeccionar sus
tonalidades y la calidad de sus tintes De está manera desarrolló colores
únicos: el azul lanvin, el rosa perfecto, rosa Polignac en honor a su hija Marguerite, el verde Velásquez y el negro que
siempre usó.
Una de sus más famosas creaciones fueron los llamados Robes de Style,
unos vestidos vaporosos, entallados, con falda de vuelo hasta los tobillos,
basados en diseños del siglo XVIII
Jeanne lanza
una línea de hogar, decoración de interiores y mobiliario, que hasta entonces
no se había concebido. Junto a ella también incursionó en ropa para hombres,
pieles y lencería
El logo fue Creado a partir de una fotografía
tomada en un baile de disfraces en 1917, en ella se puede observar a una madre
y su hija con las manos entrelazadas. Este logotipo aúna las dos pasiones de la
diseñadora, la ropa y su hija.
Es la primera diseñadora que
crea un logotipo para su marca.
Pero la visionaria empresaria
no se quedó ahí. Se consagró como una de las figuras más influyentes, no solo
de la moda sino del estilo, con el lanzamiento de su línea de perfumes.
Así en 1927 introduce al
mercado Arpège, una fragancia inspirada en las notas que Marguerite tocaba en
el piano
Armand
Rateau creó una bola negra de cristal que Oaul Iribe decoró con oro, símbolo
del Art Déco, otro emblema de la casa Lanvin.
En
1946, Jeanne Lanvin murió a la edad de 79 años.
La firma pasó por diferentes
administraciones, llegando a ser comprada por L’Oreal y por la casa Vuitton
para terminar en manos del grupo inversor Harmonie, quien puso a Alber Elbaz
como director artístico de la firma, la mejor dirección y compenetración que
Lanvin ha tenido desde la misma Jeanne.
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